Caza en Parques Nacionales

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Marcelo Verdeja

¿Es éste el modelo de gestión que queremos para nuestros Parques Nacionales?

En el apartado b.3) b del Plan Director de la Red de Parques Nacionales  se recoge el siguiente texto: “Con carácter general, la caza y la pesca, como actividades recreativas o como aprovechamiento de animales silvestres se consideran, en la Ley 5/2007, incompatibles con los objetivos y finalidades de un Parque Nacional por las repercusiones que tienen sobre los procesos naturales y por su impacto sobre el uso público. No obstante, por necesidades de control de poblaciones, y con carácter excepcional, se podrá autorizar, en condiciones estrictamente controladas, y cuando no exista otra solución satisfactoria, el empleo de artes cinegéticas o piscícolas que no produzcan efectos negativos en el medio ambiente”.

Vayamos por partes:

Cuando una zona concreta es susceptible de ser declarada P.N. lo es atendiendo a su fauna, flora y belleza paisajística. La belleza del paisaje, o sea la “guapura” le viene dada de forma natural, sin ninguna intervención conocida. El resto de cualidades, forman parte de un entramado antiquísimo en la que la mano del hombre ha intervenido con excelentes resultados. Durante cientos de años en esas zonas que hoy conforman los P.N. se ha cazado, pescado, y se ha realizado un aprovechamiento tradicional de los recursos (ganadería, pastoreo, limpieza de montes para leña, corcho, apicultura…) que ha permitido la conservación en magnífico estado de grandes áreas de nuestro territorio, ésas que con la declaración de espacio protegido, de forma totalmente arbitraria, se condenan al abandono más absoluto, con las conocidas consecuencias de sobrepoblación de especies y número de ejemplares, problemas sanitarios tanto para ellos como para la ganadería de todo el entorno y un verdadero problema de gestión que es sin duda el meollo de la cuestión en este aberrante problema, generado por uno grupúsculos ecologistas, cuyos componentes están más próximos a la Factoría Disney que a Linneo o a Darwin. Los desvaríos ecológicos de estos expertos cazadores (de subvenciones) son usados por algunos políticos de muy poca talla (política), como el oráculo de los dioses, o mejor aún, como el borracho usa las farolas: no como iluminación para ver la calle, sino como apoyo para agarrarse a ellas y no caer, mientras van dando tumbos sin saber que dirección tomar.

Las autorizaciones de control de poblaciones con “carácter excepcional”, son de risa si no fuera un asunto tan serio. Porque nos están engañando y mucho. Con la excusa de un control poblacional en los P.N. se caza y mucho, no queda más remedio. Cierto que no con este nombre, en vez de cazar los animales “se gestionan”. Y ahí nos encontramos con que los propios guardas realizan funciones de “apioladores de animales”, algo que no es su cometido, o si no con la contratación de parados para realizar esta gestión, no se sabe en calidad de qué. En Hacienda no figura ningún epígrafe bajo el cual se puedan contratar para esto.

¿Es éste el modelo de gestión que queremos para nuestros P.N.?¿Erradicar recursos naturales y compensarlo con subvenciones? ¿Qué ocurre con la población cuya vida discurre dentro de los P.N.? No pueden cazar, no pueden pescar, no pueden seguir con los aprovechamientos tradicionales, el dinero que esas actividades les generaban se ha terminado. ¿Qué futuro les espera?. El de las subvenciones, o el abandono de sus pueblos.

Todos los magníficos ecólogos (que no ecologistas), que tenemos, contemplan la caza en los P.N. como una magnífica herramienta de gestión para el control poblacional, a la vez que sirve para generar ingresos muy importantes, tanto como para que la población rural no abandone los pueblos y puedan vivir de su trabajo.

Intervienen en la gestión de un P.N. unos cuantos organismos: La Administración General del Estado, las Comunidades Autónomas. El Consejo de la Red de Parques Nacionales y el Patronato de Parques Nacionales.

Cada uno de ellos compuesto a su vez por otra serie de organismos, instituciones y representantes que por no faltar, no falta siquiera CC.OO, que no se sabe que pito toca en este asunto.

No es de extrañar que entre tanto personaje de vida muelle, todo atisbo de cambio se contemple como la visión de la bicha.

Les llaman a los P.N. “las joyas de la Corona”. La verdad es que huelen a podrido desde muy lejos

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